jueves, 7 de enero de 2010
SABER SUFRIR
De vampiros y licanos, de la muerte a la vida...
Nunca es suficiente en la vida ni en la muerte. Nunca alcanza todo lo que aprendemos para explicarnos la vida que nos toca, la muerte de los otros, los sueños que tuvimos y no entendimos, hasta ahora.
Cuando conocí a Jessica, una adolescente adorable autodenominada “vampiro” o a Facundo, el ser más dulce y sensible, que dice ser “licano”,
nada de todo lo aprendido parecía tener sentido. Ajustando mis duros conceptos, muy lentamente comencé a entretejer un discurso que me resultara comprensible y tranquilizador.
Lo único claro es que estos seres, marginales, como lo fui yo a su edad, desausados del destino, destinados a nada, han decido que ya no son humanos.
Y que yo, en una posición privilegiada para escucharlos he decido que debo ayudarlos a devolverlos a la humanidad.
A que vuelvan a sentir frío, sueño, hambre, y amor.
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